lunes, 29 de septiembre de 2014

...correr riesgos en nuestra vida...

...corría el año 1992, el pequeño, vivía en su pequeña casa, ayudaba en la tareas del hogar y estudiaba quinto año de primaria en la escuela bilingüe de la localidad, su vida era estudiar, trabajar en las labores de la casa, y jugar, jugar mucho, divertirse era su mejor pasatiempo, lo mismo jugaba en el río lanzando barcos de papel, con carritos hechos de lata de sandina y llantas de corcholata, en los bordos de tierra formaba caminos en donde se imaginaba que manejaba un camión volteo acarreando tierra de un lado a otro, o a las escondidas, o a la roña, o los estoques, o los palillos chinos improvisados de zacate; el trabajo, eran actividades duros, a veces caminar cinco o diez kilómetros en el monte para llevar de comer a los trabajadores, a veces ayudar en el corte de café, a veces cortar y acarrear en la espalda o con ayuda de las bestias leña que se usaba en la casa, a veces chapeando la huerta de café, a veces podando, a veces dando de comer a los animales domésticos, a veces limpiando la tierra con azadón, a veces sembrando maíz, frijol, flor o calabaza, a veces cuidando la siembra, a veces atendiendo la pequeña tienda, o el pequeño molino donde acudían las amas de casa de la comunidad para moler su nixtamal, previo a la elaboración de tortillas a mano, todo esto en el horario de la tarde, por las mañanas la obligación era asistir a la escuela, aprender, practicar y estudiar, pero a cualquier hora, en cualquier actividad la obligación era ser feliz, la comunidad no contaba con luz eléctrica, el camino era de terraceria y el lugar mas poblado estaba a tres horas de camino, todo a pie, porque en esos caminos no transitaban vehículos, el medio de transporte de este lugar era el caballo, el macho o la mula, con candiles y velas las noches eran alumbradas, la escasez estaba en primera plana, sin embargo no faltaban los alimentos, las risas y los momentos de alegría, para el pequeño niño de once años, ese mundo era todo, era lo máximo, al lado de sus padres y hermanos, ese mundo bastaba, sin embargo, un pensamiento inquietaba la mente inocente de este pequeño, la pregunta cotidiana era ¿que habrá mas allá?, un radio era su cómplice silencioso, porque escuchaba al locutor mencionando personas, lugares, incluso anuncios publicitarios, pero el pequeño no entendía sus mensajes porque él no habla español, el dialecto nativo de esta localidad era el Náhuatl, así se comunicaban todos los vecinos, las familias y así es como se interactuaba en la pequeña localidad, un día de julio llegó una platica fuera de lo cotidiano, al pequeño le indican que tendrá que mudarse a otra escuela, porque en la que se encuentra inscrito no puede continuar el sexto grado porque no se cuenta con la capacidad en esta institución, las opciones; la comunidad mas cercana a una hora de camino, la segunda opción una escuela primaria en la ciudad de Puebla, un lugar muy distinto, un lugar desconocido, nueva escuela, nuevos compañeros, nueva casa, si yo hubiera estado en esa situación habría elegido la primera opción, sin embargo el pequeño decidió tomar la segunda opción, una decisión completamente riesgosa, no pensó en nada, simplemente contesto, me voy a Puebla, el día del viaje llegó, con lagrimas en los ojos y con una caja de cartón llena de esperanza partió hacia un lugar completamente desconocido para él, no sabia que iba a pasar, simplemente confiaba en que algo bueno sucedería, el viaje fue largo, tres horas de camino a pie, posteriormente tres horas de viaje en autobús, finalmente arribo a la ciudad, con miedo, temeroso se instaló y al siguiente día comenzó la aventura de su vida, no tuvo miedo, simplemente creía que la decisión que había tomado traería en lo posterior algo mucho mejor, se adaptó, aprendió el idioma de la ciudad y se esforzó por nivelarse en sus estudios, hábitos y nuevas costumbres, corrió el riego de su vida, porque en esta decisión caminaba con destino al progreso y al crecimiento personal...

lunes, 22 de septiembre de 2014

...treinta y tantos años de vida.

Hola a todos, mi nombre es Eduardo Martínez Bello, soy un hombre de sangre indígena, pertenezco al grupo étnico nahua, y soy nativo de la comunidad de Las Gardenias, Hueyapan, Puebla, México. A mis treinta y tres años de edad, me atrevo a escribir este blog, con la esperanza de que ésta sea la primera de muchas reflexiones, análisis, investigaciones, etc., que tienen como propósito compartir mi sentir, pero sobre las experiencias que esta maravillosa vida me permite.

Soy hijo de dos padres extraordinarios que me han enseñado del amor y del trabajo continuo, licenciado en administración, maestro en educación media superior, padre de una hija maravillosa, esposo de la mujer mas hermosa de este bello universo, ademas de todo lo anterior, soy un hijo de Dios, a quien agradezco la oportunidad de conocer esta tierra, así mismo la oportunidad de tener la conciencia que me permite reconocer mi existencia y la existencia de este universo.

Hueyapan, Puebla, en la interpretación que se realiza desde el lenguaje español, el nombre actual y oficial es Hueyapan, nombre que etimológicamente se deriva de los vocablos de origen Náhuat: adjetivo “weyi” "grande"; sustantivo “at”, "agua” y locativo “pan", “sobre”; por lo tanto, la conjunción de dichas palabras dan origen a la palabra compuesta en Náhuat “Weyiapan” que significa "lugar que se ubica sobre el rio grande". El Municipio fue fundado entre los siglos X ó XI por gente venida de Chicontepec, del grupo Totonaca y Otomí. Fue sometido por los españoles, en 1522 denominado "San Andrés Hueyapan". Pertenece al antiguo Distrito de Tlatlauquitepec hasta que fue erigido Municipio en el año de 1895.


El municipio de Hueyapan se localiza geográficamente los paralelos 19º 52' 02" y 19º 59' 54" de latitud Norte y los meridianos 97º 19' 42" y 97º 26' 06" de longitud Occidental, limita al norte con Ayotoxco de Guerrero, al este con Hueytamalco y Teziutlán, al sur con Yahonáhuac y Tételes de Ávila Castillo, al este con Yahonáhuac. El Municipio tiene una superficie de 75.27 km2, que lo ubica en el lugar 142 con respecto a los demás municipios del estado en cuanto a extensión territorial. (Enciclopedia de los municipios de México, 1988).


Las Gardenias, una comunidad localizada en la parte norte del municipio, es una comunidad habitada por alrededor de doce familias campesinas, que se dedican principalmente a la producción de café, plátano, y pimienta. Las personas trabajan la tierra, sembrando y cosechando los frutos para su comercialización, de la misma forma con sus manos recolectan lo que la tierra con su infinita misericordia les regala día con día.

En 1967 mi padre Francisco Martínez Santos y mi madre Magdalena Bello Martínez, ya como matrimonio llegaron a esta comunidad se instalaron en esta bella tierra que años mas tarde lo nombrarían como Las Gardenias, considerando que ambos son nacidos y originarios de la comunidad de Tanamacoyan y de la cabecera municipal respectivamente.

A esta comunidad en sus inicios (1920) se le conocía como Tacuapan (Palabra del dialecto Nahua que significa "en la loma""en la punta del monte"), la tierra de esta comunidad tuvo su apogeo con la producción de café entre los años 1960 a 1990, derivado de las características geográficas, las familias explotaron la riqueza del suelo para ocuparla mediante la siembra y cosecha de café, así puedo relatar lo que observe desde 1985, puedo recordar que este lugar se inundaba con familias enteras provenientes de la cabecera municipal, o de los municipios vecinos de Atempan y de Chignautla, quienes se trasladaban a este lugar para hacer la recolección y de esta manera obtener el sustento familiar. Año tras año en el periodo de agosto hasta el mes de febrero, existía tal dinámica, donde el corte de café movilizaba esta comunidad, es necesario mencionar que para el periodo restante del año solo había algunas familias quienes permanecían realizando su vida en este lugar tan cálido y nutrido de riqueza natural.

Para 1990, una fuerte helada cambio la dinámica de esta comunidad, a partir de esta fecha ya nada ha vuelto a ser igual, las tierras fueron abandonadas y hoy solo esas doce familias son quienes permanecen esforzándose por mantener las huertas, sin embargo, hasta hoy, esta ha sido una tarea muy difícil. La baja de precio del café aunado a la falta de inversión ha provocado que poco a poco estas tierras fueron olvidadas, sin embargo, puedo afirmar que dicha tierra conserva su riqueza natural, y ha retomado su capacidad para ser explotada, por lo tanto está a la espera de que nuevamente el hombre regrese a trabajarla.